EL 17 de diciembre de 1790 fue descubierta lo que podría ser el mayor hallazgo antropológico en México, por su invaluable significado y aportación astronómica de nuestros antepasados: La Piedra del Sol, mejor conocida como Calendario Azteca, un disco de piedra basáltica de 3.60 metros de diámetro y 122 centímetros de grosor, con un peso de más de 24 toneladas.
Este monolito es un monumento cronográfico que narra la historia del tiempo azteca y la manifestación de los cinco soles; en su parte superior muestra el numeral 13-Caña (1479), que corresponde a la fecha en la que los mexicas situaban el nacimiento del Quinto Sol en Teotihuacán.
De acuerdo al artículo de Conaculta, “Hallazgos en el Calendario Azteca”, en la Piedra del Sol lo que podría identificarse como el dios Tonatiuh (dios del Sol) está representado en el centro del monolito, que se observa con sus dos manos, cada una con una pulsera, un ojo y una ceja, porque nada se le puede ocultar. Además, en cada una de ellas sus garras apresan un corazón humano, y su lengua está representada como un cuchillo pedernal.
La piedra fue derribada o enterrada al consumarse la Conquista de México y permaneció así hasta su hallazgo en el Zócalo, el 17 de diciembre de 1790. Fue colocada a un costado de la Catedral Metropolitana.
A finales del siglo XIX se trasladó al Museo Arqueológico de la calle Moneda, y en 1964 fue trasladada al Museo Nacional de Antropología e Historia, donde preside la Sala Mexica de dicho museo. Además está inscrita en diversas monedas mexicanas.
* Tomado de la Revista VA! No. 11,
(VIVA aerobus). Diciembre 2016.