La falta de sueño es un viejo padecimiento que si no se
trata correctamente puede provocar consecuencias
desagradables. Lo mejor es detectarlo y tratarlo a
tiempo.
YA desde tiempos de Herodoto se daba cuenta de los estragos que esta enfermedad provocaba en los gobernantes y grandes señores. Hoy es tan frecuente que, según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 40% de la población mundial la padece, ya sea de forma crónica o intermitente.
Bautizado así por Hipócrates, el padre de la Medicina, el insomnio presenta síntomas a veces tan sutiles que las víctimas tardan años en descubrirlos y a veces tan agudos que suprimirlos resulta casi imposible.
Este padecimiento provoca cansancio, tensión, reduce las energías, doblega la voluntad, baja el rendimiento laboral, escolar, y agota el sistema nervioso a tal punto que el enfermo queda expuesto a accidentes y serios problemas de salud.
La Fundación Norteamericana del Sueño lo define como síntoma o dolencia de sueño insuficiente, intranquilo, de mala calidad o no restaurador, que puede provocar el deterioro
de la alerta, de la memoria y del estado de ánimo de una persona.
No todos los insomnios son iguales. De acuerdo con la Universidad Autónoma de Madrid, existen tres tipos de este padecimiento: transitorio (dura menos de cuatro semanas); el de corto plazo (entre cuatro semanas y seis meses) y el crónico (se diagnostica después de pasar al menos un año sin poder dormir bien).
De acuerdo con algunas instituciones la media de descanso en una persona es de siete horas y media. Sin embargo, hoy la gente vive cada vez más de prisa.
Preocupación del dormir. Sara Cuéllar, una capitalina dueña de una agencia de relaciones públicas, cree que las causas de su insomnio se deben a su adicción por los gadgets, su hiperactividad y su demandante ritmo de trabajo. “Yo soy muy activa y mi reposo al final del día es trabajar en el iPad o revisar mi iPhone. Al estar ahí empiezo a planificar cosas para el día siguiente, a tener muchas actividades mentales, consultas en internet y cuando quiero dormir, llegan muchos pensamientos y otra vez me despierto”.
Esto se agudiza cuando a Sara se le presenta un concurso para conseguir una nueva cuenta o cliente. “La emoción de que te inviten, los deseos de ganar y las estrategias que quieres establecer y estructurar, influyen en mi sueño pues de pronto se me ocurre una idea, me levanto y voy a apuntarla y me sigo de corridito, y cuando me quiero dormir, no puedo”, relata la publirrelacionista.
Pese a que ha logrado sobrellevarlo, a menudo el insomnio le pasa una factura: “Es una sensación muy desgastante porque intentas descansar, sabes que tienes que levantarte el día siguiente a las seis de la mañana y la mente trabaja y no la puedes parar… Para mí el insomnio es la dificultad de concentrarte para dormir”, concluye Cuéllar.
El manual de psiquiatría Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, o DSM, establece un período para diagnosticar insomnio.
“Tiene que ocurrir al menos tres noches por semana para ser considerado un trastorno, y debe de estar presente durante al menos tres meses. Si no, no se puede considerar como tal”, dice el manual. “Vivimos un tren de vida y en una sociedad que promueve justamente esta situación. Quienes tienen el trastorno ven afectadas sus habilidades interpersonales y ocupacionales, porque la persona tiene la preocupación de no poder dormir. Se genera irritabilidad durante el día y no se puede concentrar”, afirma el doctor Jesús Baca Plasencia, director del Departamento de Ciencias de la Conducta y Humanidades del ITESM, campus Estado de México.
Mujeres afectadas. El doctor Baca asocia la depresión con otros males como el insomnio crónico, las afecciones cardiovasculares y algunas enfermedades mentales debido a que el paciente vive mal, está irritable, difícilmente puede hacer algo y todo esto afecta los ciclos de funcionamiento normal del cerebro y el rendimiento corporal.
El insomnio es un mal común. “Esto le da a cualquier cristiano bajo el Sol; el factor fundamental existente es la ansiedad, como cuando una persona tiene asuntos inconclusos o situaciones que le generan estrés o un gasto de energía adicional”, afirma el psicoanalista Baca, quien puntualiza que las mujeres lo padecen más debido a la menopausia o por el nacimiento de un bebé.
La Sociedad Española de Sueño (SEC) asegura que la probabilidad de la mujer de padecer insomnio se duplica en comparación con el hombre debido a los cambios hormonales. Según los especialistas, el insomnio afecta aproximadamente al 35% de las mujeres pre-menopáusicas y casi 50% de las post-menopáusicas.
¿Se puede derrotar al insomnio y poder descansar como en los mejores tiempos? Sí, afirman los expertos mientras se lleve a cabo un tratamiento integral y de prevención. El consejo del especialista es buscar una vida saludable y practicar una actividad deportiva.
En casos más severos se recomienda una atención coordinada entre psicólogo y psiquiatra, dependiendo de la severidad del padecimiento y sus respectivas precauciones.
“El tratamiento debe hacerse cuidando que la sustancia se prescriba en el momento de la crisis y vaya disminuyendo hasta terminar con ella en un periodo de no más de seis meses; al mismo tiempo recibir un tratamiento psicológico que ayude a la persona a identificar los factores que lo aquejan y encontrar una solución”, finaliza el doctor Baca.
Lo ideal, según los especialistas, es que se diagnostique adecuadamente y una vez detectado se implementen medidas de higiene del sueño entre las que se cuentan: tener un ambiente agradable para dormir, ir a la cama sólo para dormir, salir de la cama si le es imposible conciliar el sueño, evitar las siestas si éstas interfieren con su salida de sueño, despertarse a la misma hora, y eliminar las actividades que no sean compatibles con el sueño, como dormir, fumar, comer y beber en exceso.
* Tomado de la revista mensual “Contenido”.
No. 617, Noviembre de 2014.
Ventaneando, Reynosa, Viernes 1 de Septiembre de 2023.