LA diabetes mellitus es un problema de salud pública a nivel mundial. Según una encuesta de enfermedades crónicas que data de 1995, el 8.2% de la población entre 20 y 69 años tenían diabetes; los datos para el año 2000 fueron de entre el 10 y el 12%, y su crecimiento ha sido alarmantemente progresivo en las últimas dos décadas.
Con un creciente aumento en la prevalencia de la enfermedad, según datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que para el año 2025 casi 40 millones de personas tendrán diabetes en Latinoamérica y en México el estimado es de 11.7 millones.
Además, esta enfermedad representa la segunda causa de muerte en nuestro país, donde el primer lugar lo ocupa la enfermedad cardiovascular: una de las complicaciones crónicas de la diabetes. Finalmente, personas con diabetes tienen mayor morbilidad y estancia hospitalaria.
Por otra parte, los cambios en el estilo de vida pueden disminuir la progresión hacia diabetes y todavía más el control metabólico adecuado, lo cual puede lograr cifras de glucemia lo más cercano a lo normal posible, que se asocia con la disminución en el riesgo de complicaciones crónicas.
DEFINICIÓN
La diabetes mellitus es una enfermedad que se presenta cuando no existe una producción suficiente de insulina o ésta no actúa de la manera correcta, provocando deficiencias en el proceso de asimilación de glucosa.
Si nos remontáramos al pasado, al tiempo en que el hombre no consumía productos industrializados, en que su dieta estaba determinada por la existencia de una variedad limitada de alimentos naturales; al tiempo en que el trabajo del hombre requería de un esfuerzo físico y caminaba largas distancias para llegar a su destino, tendríamos por lo menos cuatro suficientes razones para comprender el porqué de los altos índices de diabetes en la actualidad.
En buena medida hay que imputar su gestación al escaso balance en nuestros menús diarios, el iniciar con un desayuno express y recurrir a media mañana a los antojitos y la poca actividad. La enfermedad se conoce de este modo desde la época de los griegos, quienes la bautizaron como diabetes mellitus, o el mal del “sabor de miel en la orina”.
¿Por qué es importante tener la insulina necesaria y además que ésta funcione adecuadamente?
La insulina tiene funciones muy importantes, entre las que destaca permitir que la glucosa (azúcar) que obtenemos de los alimentos sea utilizada como energía y las células del organismo funcionen adecuadamente. Si la insulina es insuficiente en cantidad o bien no funciona como debe hacerlo suceden dos situaciones que con el tiempo se vuelven graves: Las células padecen por falta de energía y hay un exceso de glucosa en sangre.
Estas dos situaciones con el paso de los años pueden provocar que se dañen órganos tan importantes como los ojos, riñones, corazón, nervios y pies.
Para evitar complicaciones a largo plazo es importante seguir al pie de la letra las indicaciones del médico y educador en diabetes.
LA GLUCOSA EN LAS CELULAS
Hay que subrayar que en este proceso digestivo los azúcares son reducidos a la sustancia simple llamada glucosa, la que una vez transformada transita por el torrente sanguíneo teniendo como tarea proporcionar a las células la energía necesaria para llevar a cabo las funciones del organismo.
Para establecer contacto con la célula y desarrollar su función energética necesita la ayuda de la hormona generada por el páncreas, la insulina, cuya labor específica es regular el proceso de entrada de la glucosa a la célula.
Es bueno tener presente que si la producción de insulina o su funcionamiento en el interior de la célula (resistencia a la insulina) son deficientes, el proceso de asimilación se altera y con ello la concentración de glucosa que transita en el torrente sanguíneo aumenta considerablemente. Al no ser utilizada toda la glucosa, se eleva la concentración en sangre y, como ya se indicó, esto causa daños en el organismo y en las funciones vitales del individuo si no es aplicado a tiempo el tratamiento adecuado.
Entonces las proteínas de los alimentos en la sangre se convierten en aminoácidos, las grasas en ácidos grasos y los carbohidratos en glucosa. De esta forma, lo que ingerimos en la dieta viaja por el torrente sanguíneo para satisfacer las necesidades del organismo.
Pensemos en la glucosa, la cual para utilizarse como nuestra principal fuente de energía o para ser almacenada requiere introducirse en aquellas células de nuestro cuerpo capaces de procesarla y convertirla en tal fuente de energía.
El páncreas es una glándula que podemos ubicar detrás del estómago. Como ya se señaló, este órgano libera insulina para poderla utilizar adecuadamente en los alimentos y se encarga de abrir las puertas de las células. Permite que la glucosa entre y sea usada y transformada en energía, además de favorecer el mejor uso y almacenamiento de las grasas y proteínas.
También el páncreas desempeña otras funciones que no se ven afectadas por la diabetes. Por ejemplo: la producción o liberación de jugos digestivos y enzimas que favorecen la absorción adecuada de los nutrimientos.
Finalmente, en caso de no producirse insulina o si ésta no actúa en forma adecuada, la glucosa no podrá introducirse en las células por lo que viajará por todo el torrente sanguíneo, hasta llegar a los riñones y ahí, al término del proceso, se eliminará con la orina.
* Tomado de revista “Medicina Alternativa”.
#6 Especial Diabetes; Mes de Abril 2006.
Ventaneando, Reynosa, Lunes 23 de Agosto de 2021.