Escritor.
Gil, Navarro y Avilés fueron dos mexicanos y un puertorriqueño que en 1944 unen sus voces y guitarras en Nueva York para cumplir con un contrato discográfico. No imaginaron que su estilo interpretativo conmocionaría muy pronto a todo el continente y mucho menos que en México se convertirían en las figuras más representativas del romanticismo musical de esa época.
HAY muchos antecedentes históricos que explican la aparición y el éxito del trío que sentó las bases de una nueva expresión musical en México y Latinoamérica: Los Panchos, cuyo nombre sui generis tuvo mucho que ver con el intenso proceso de “americanización”, originado en Estados Unidos a consecuencia de la participación de ese país en la Segunda Guerra Mundial, tras el ataque a Pearl Harbor perpetrado el 7 de diciembre de 1941.
Nuestro país se había mantenido neutral en el conflicto mundial, aunque era bien sabido que existía un sentimiento germanófilo en el ambiente. Sin embargo, un suceso cambió radicalmente la situación: el 28 de mayo de 1942 México declaró la guerra a los países del Eje (Alemania-Italia-Japón), como consecuencia del hundimiento de varios buques petroleros nacionales. Entonces se despertó un sentimiento de mexicanidad que fue expresado a través de la música popular.
A partir de la declaratoria de guerra, el bolero y la canción ranchera comenzaron a estrenar títulos como “A la guerra me llevan”, “Adiós a mi novia”, “El corrido del Potrero del Llano”, “Adiós mi vida”, “Soldado raso”, “Soy puro mexicano”, “Viva México, viva América” –que aún se canta en las escuelas primarias–, “Traigo mi 45”, “Al grito de guerra” y “Mexicana de verdad”, cuyas letras reiteraban el adiós a la madre o la novia, el tomar las armas para defender a la patria y el demostrar que los mexicanos tenían todo de su parte para ganar la batalla. Una frase de “Traigo mi 45” decía: “Quién dijo miedo, muchachos/si para morir nacimos”.
Por cierto, una de las canciones más populares en ese tiempo fue la rumba “El Apagón”, de Manuel Esperón y Ernesto Cortazar, que narraba de manera jocosa los apagones deliberados en la Ciudad de México decretados por el gobierno de Manuel Ávila Camacho como simulacros en caso de un bombardeo de parte de los alemanes.
Este ambiente de guerra generó cierta actitud paternalista –digámosle así–, por parte de los Estados Unidos, la cual se vio reflejada en una serie de estrategias publicitarias en las que participaron la prensa escrita y, sobre todo, la radiodifusión, dada su enorme cobertura a través de las transmisiones en onda corta, y en muchas ocasiones por vía telefónica, que aseguraban la llegada de una señal a prácticamente todo el mundo.
De Los Caporales a Los Panchos
Cabe aclarar que muchos espacios radiofónicos en México eran patrocinados por poderosas compañías publicitarias estadunidenses, que compraban tiempo en las principales estaciones de la capital, como XEW, XEQ, XEB, Cadena Radio Continental (hoy Radio Centro) y Radio Mil. A partir de 1942 estas empresas crearon una serie de programas que delataban el afán de establecer una “unidad americana” como barrera ideológica contra los países enemigos; algunos de éstos se titularon “Por un mundo mejor”, “La lucha por la libertad”, “Estamos en guerra”, “Europa clandestina”, “Epopeya del Nuevo Mundo” y “Radioteatro de América”.
Por otra parte, en diversos periódicos y revistas se insertaba publicidad con la silueta del continente americano o una paloma de la paz, a las que se agregaban frases como “Con unidad, libertad”, “Las Américas unidas jamás serán vencidas”, “Unidas hoy, unidas siempre”; todo en afán de mantener la mente de los mexicanos (y de América entera) a favor de la causa de los países aliados. Hubo marchas y canciones mexicanas que participaron en este proceso, cuyos títulos hablan por sí solos: “América unida”, “Guitarra de América”, y “América inmortal”, por citar algunos.
En medio de este ambiente de guerra nació en la ciudad de Nueva York el trío Los Panchos, justo en mayo de 1944, a instancias de Alfredo ‘El Güero’ Gil y José de Jesús ‘Chucho’ Navarro, quienes habían formado parte del trío Los Caporales, capitaneado por Felipe ‘El Charro’ Gil, hermano de Alfredo. Los Caporales actuaban desde tiempo atrás en la Unión Americana y eran parte destacada del programa radiofónico “Viva América”, transmitido por la poderosa Columbia Broadcasting System (CBS). La señal era enviada a todo el continente americano por onda corta y por las estaciones repetidoras en diversos países, integrando así la llamada “Cadena de las Américas”.
Alfredo Gil y Chucho Navarro tenían por lo menos cinco años residiendo en Estados Unidos, donde encontraron –como muchos otros artistas latinos– un ambiente propicio para la música tradicional mexicana. En el momento en que surgieron dificultades con Felipe Gil, Alfredo contrató al cantante puertorriqueño Hernando Avilés, también residente en Nueva York, con la finalidad de cumplir un contrato que el grupo tenía con la CBS y continuar con el formato de trío, que desde entonces quedó integrado por Gil, Navarro y Avilés. El nombre de “Panchos” también fue idea del Güero Gil, sin duda impelido por los directivos de la cadena radiofónica, quienes le pidieron crear una imagen “muy mexicana” para proseguir con el proceso de americanización desarrollado por las emisoras estadunidenses.
El biógrafo del trío, Pablo Ortiz Ramos, comenta: “El origen del nombre obedeció al deseo de seleccionar un apelativo sencillo y de fácil recordación para los norteamericanos. Esa idea fue de El Güero, pero a Chucho inicialmente no le agradó; decía que era un nombre vulgar. A Hernando tampoco le gustaba”.
Por cierto, en algunas reseñas de Los Panchos se ha comentado que el nombre se tomó del personaje Pancho Pistolas, el cual figuró en la película “Los Tres Caballeros”, de Walt Disney. Sin embargo, dicho filme se estrenó en Estados Unidos el 21 de diciembre de 1944, es decir, varios meses después del nacimiento del trío. Lo más lógico sería suponer que Disney se inspiró en los cantantes para bautizar al simpático gallo colorado.
El repertorio inicial del trío Los Panchos estuvo basado en la canción ranchera mexicana, el huapango y el son huasteco. La publicidad de ese tiempo muestra al grupo con vestimenta charra, muy de acuerdo con las canciones que interpretaba, como “Cielito Lindo”, “Allá en el Rancho Grande”, “La Bamba”, “Guadalajara”, “La Malagueña”, “Ay Jalisco, no te rajes”, “La Feria de las Flores” y otras que conformaban el repertorio de canciones mexicanas más gustadas en la Unión Americana.
De las Rancheras a lo Romántico… y el Requinto
En este aspecto, Los Panchos no fueron del todo innovadores; lo destacado en ellos fue más bien el estilo interpretativo, la conjunción de las voces, el virtuosísmo de El Güero Gil con la guitarra y la simpatía que desbordaban en todos los escenarios. Mención aparte merece la “primera voz”, que casi como un contratenor ejerció Hernando Avilés, dándole al grupo un sonido muy agradable al oído. Ese puesto fue el que mayores cambios sufrió con el paso de los años, ya que Avilés se mantuvo hasta 1951. Luego ocupó su lugar el cantante boliviano Raúl Shaw Moreno, al que sucedieron otras “primeras voces” como Julito Rodríguez, Johnny Albino, Enrique Cáceres, Ovidio Hernández y Rafael Basurto.
El debut oficial del trío tuvo lugar en el Teatro Hispano de Nueva York, el 7 de julio de 1944. Según el diario La Prensa, publicado en dicha ciudad, la presentación fue todo un éxito: “El popular trío de cantantes mexicanos Los Tres Panchos, que se presentaron por primera vez en este teatro el viernes pasado, supieron captarse las simpatías del público con sus bonitas y bien interpretadas canciones típicas de su país”.
Poco después de esta actuación firmaron nuevo contrato con la CBS para el programa radiofónico “Viva América”, transmitido a todo el continente e iniciaron una serie de presentaciones en los campamentos militares de Estados Unidos, compromiso que tenían que cumplir casi todos los artistas que residían en el vecino país. Incluso Alfredo Gil y Chucho Navarro tuvieron que jurar la ciudadanía norteamericana (Hernando Avilés no lo hizo, por su nacionalidad puertorriqueña). En consecuencia, El Güero ingresó al ejército como soldado voluntario, aunque a sus compañeros se les rechazó por algunos problemas físicos que padecían.
La difusión a través de las ondas hertzianas que tuvo el trío desde sus inicios definió su buena suerte para los años futuros. Cuando llegó a su fin la Segunda Guerra y El Güero Gil se reintegró a la vida civil, los tres decidieron abordar otros géneros musicales que les confirieron una imagen internacional. A partir de 1945 se observó que su repertorio se enriquecía con boleros románticos, rumbas, guarachas y canciones humorísticas. Fue en ese tiempo cuando Alfredo Gil diseñó un tipo de guitarra que por su afinación (dos tonos y medio arriba del normal), la corta longitud de su brazo y el estilo de ejecución, le dio al trío un sello distintivo. A esta guitarra se le denominó inopinadamente “requinto” y fue lo que más llamó la atención a los músicos de su tiempo, ya que hasta ese momento no se había implementado semejante sonido.
Y no sólo otros músicos advirtieron lo novedoso del requinto; el pueblo mismo recibió con entusiasmo la nueva propuesta interpretativa, tanto que la fama de Los Panchos traspasó rápidamente las fronteras convirtiéndolos en ídolos continentales gracias a la profusa circulación de sus discos del sello rojo Columbia, grabados a partir de 1945. Dos años más tarde llegaron a México, después de realizar una gira exitosa por Puerto Rico y Brasil. El arribo fue apoteósico, ya que los precedía una fama de grandes proporciones y un vastísimo repertorio de canciones tropicales, humorísticas, rancheras, pero sobre todo románticas, con las que habían innovado todos los conceptos interpretativos que imperaban hasta el momento.
Para cuando el trío llegó a nuestro país, ya sus discos se tocaban y gastaban una y otra vez en las imponentes sinfonolas, mágicos artefactos situados en restaurantes, fondas, cafés de chinos, pulquerías, cantinas y cabaretuchos de mala muerte. Eran cajas sonoras de bellos diseños, adornadas con luces multicolores y burbujas que “caminaban” por tubos iluminados y cuyo sonido alcanzaba varias cuadras de extensión. Bastaba echarle una moneda de diez centavos para escuchar los boleros de moda grabados por Los Panchos.
Para ese tiempo comenzaban a surgir en México diversos tríos que seguían la escuela de Gil, Navarro y Avilés, dando paso a una cultura musical que vale la pena reseñar en otra ocasión: La Época de Oro de los Tríos.
* Tomado de la revista mensual
“Relatos e Historias en México”,
No. 55; Marzo-Abril de 2013.