MI marido tuvo que tomar un largo curso en un lugar ente Houston y Dallas y decidimos que la familia lo acompañaría. Aunque habíamos estado un par de veces en ambas ciudades, principalmente de compras, estar varios meses “en medio de la nada”, y con los niños, era distinto.
Afortunadamente el aeropuerto está una hora al norte de Houston y fue muy fácil y rápido llegar a nuestro destino. Tener coche es esencial, pues Texas es muy vasto y no cuenta con un sistema adecuado de transporte público.
Llegamos a Walden, a sólo 45 minutos del aeropuerto de Houston, y nos instalamos en una preciosa casa a la orilla del Lago Conroe, cuya parte noroeste está bordeada por un bosque de pinos. El lago es tan grande y atractivo que se han formado varios asentamientos alrededor de sus secciones este y sur: Walden, April Sound, Corinthian Point y otros. Además, en las cercanías están los dos poblados principales del condado: Conroe al este y Montgomery al oeste.
Los primeros días nos dedicamos a explorar los alrededores y analizar qué actividades podríamos realizar en las próximas semanas. Descubrimos que no falta qué hacer. La zona entre Woodlands y Lake Conroe es un paraíso para los aficionados al golf, ya que existen más de diez campos de campeonato donde mi esposo pudo poner a prueba sus habilidades.
Yo prefiero la pesca e incluso pude participar en un torneo local. Existen 16 marinas alrededor del lago que albergan veleros de todos tamaños, catamaranes, lanchas para esquiar y wave runners. A todos nos gustan los deportes acuáticos, así que disfrutamos del lugar hasta que nos salieron escamas.
Cosas de niños. Tener a los niños siempre ocupados no es fácil. La YMCA (Young Men’s Christian Association) organiza campamentos en Spring y en el Lago Livingston, donde los niños pueden dormir en cabañas y realizar actividades colectivas al aire libre. En su sede del Loop 336 tienen cursos de siete de la mañana a seis y media de la tarde. Lo mejor son las actividades guiadas: desde tiro al blanco con rifles de balines, tiro con arco y equitación, hasta talleres de creatividad en áreas que cuentan con el material necesario. Este campamento resultó ideal porque durante los fines de semanas nos permitió visitar con los niños los poblados cercanos.
Buscando emoción llegamos al parque acuático Splashtown en Spring. Dispone de más de 50 juegos, resbaladillas de todos tamaños, toboganes y música en vivo. Después de pasar todo un día ahí, los niños estaban contentos y frescos como lechuga, que es más de lo que puedo decir de los adultos.
Los animales forman parte importante en el desarrollo e intereses de los niños, así que llevamos a nuestros hijos a Lolly Farms y Huckleberry Farm, zoológicos que cuentan con cachorros que los visitantes pueden acariciar. Al regresar a Walden quedamos fascinados con nuestro “zoológico de barrio”, pues conforme baja la temperatura pequeños grupos de venados pasean por los jardines de las casas alrededor del lago.
Un paseo por el bosque. Woodlands es un desarrollo residencial cuyo crecimiento ha sido constante. Tiene hoteles, campos de golf, clubes, escuelas, hospitales y colonias con atractivas casas. En la parte comercial está el Cynthia Woods Mitchell Pavilion, un anfiteatro al aire libre en el que siempre hay conciertos donde se interpreta desde música rock y cubana hasta clásica e incluso rusa.
Con frecuencia íbamos a Woodlands, pues cuenta con las amenidades necesarias: un enorme mal, cines y restaurantes. Para los que disfrutan de las compras hay desde grandes tiendas departamentales hasta pequeñas boutiques, así como enormes almacenes de descuento especializados en artículos de cómputo, aparatos electrodomésticos y juguetes.
Para quienes gustan de ver y comparar, un poco más hacia el norte y al otro lado de la autopista 45 hay otro gran centro comercial, Portofino, cuyas tiendas emulan los edificios más hermosos del mundo, como el Taj Mahal o el palacio ducal de Venecia (que incluye canal y góndola). Aun más, pasando Conroe está la zona de outlets con las mejores marcas y precios.
Contacto con las tradiciones. La región donde está College Station es agrícola. Ahí se ubica la Universidad Texas A&M, famosa por la investigación que lleva a cabo en esta área, además de en patología animal, piscicultura, ingeniería y tecnología nuclear.
Cerca de la universidad está la biblioteca George Bush (padre), que fue construida para albergar la historia de la gestión de este presidente. Vale la pena admirar la exposición de los regalos que recibió durante su mandato y que son propiedad de la nación.
En Brenham visitamos la cremería Blue Bell que produce, según muchos, el mejor helado de Estados Unidos. En las afueras está el monasterio de Santa Clara, cuyas monjas se mantienen criando caballos miniatura y vendiendo cerámica hecha a mano. El día que fuimos, un caballito acababa de nacer y dormía mientras su madre montaba guardia.
Un salto al pasado. Montgomery y Old Town Spring son dos pueblos muy pintorescos. Sus calles, llenas de tiendas de antigüedades, se pueden recorrer en calesa. En el primero había feria, así que fuimos al rodeo, al carnaval, bailamos al ritmo de música country, lanzamos herraduras y vimos un simpático concurso de vuelo de gallinas. Además, disfrutamos inmensamente de una competencia entre los 100 chefs de barbecue más afamados de la zona.
Por lo que se refiere a Navasota, una ciudad de mediados del siglo XIX, la mayoría de las casas ubicadas en el centro está catalogada como patrimonio nacional. Una de sus principales atracciones es la casa de Roberto Cavalier, señor de La Salle, quien en 1685 llegó a la bahía Matagorda por equivocación, pues su verdadera intención era llegar a la boca del río Mississippi.
La importancia de ser Sam Houston. Hacia el norte, casi llegando a Huntsville, se erige una estatua de Sam Houston de cerca de 30 metros de altura. En el centro de la ciudad está un museo integrado por las diferentes casas que tuvo y que fueron trasladadas hasta ahí para formar un complejo. El resto de la ciudad está lleno de magníficas mansiones de mediados del XIX.
Curso y campamentos finalizaron y regresamos a México con algo del grato espíritu texano, mucha parafernalia de cowboys y amplios conocimientos del lenguaje del viejo y nuevo Oeste.
Por supuesto, antes aprovechamos para visitar Houston y Dallas, recorrer sus museos, pasear por sus calles y deleitarnos con sus centros comerciales. Pero ésa es otra historia.
* Es editora y articulista. Realizó estudios
de restauración en México y de arqueología
y crítica de arte en Gran Bretaña.
Tomado de “Escala”, revista a bordo de
Aerovías de México, S.A. de C.V. (AeroMéxico).
Año XIII, No. 156; Julio 2002.
Ventaneando, Viernes 17 de Diciembre de 2021.