EN la parte centro-sur de la Ciudad de México se extiende uno de los parques más grandes de la urbe, conocido como el Vivero de Coyoacán –o, más popularmente, como Los Viveros–. El complejo está situado en un área colonial por excelencia, donde los fines de semana se reúnen familias enteras y grupos de amigos.
El Vivero de Coyoacán, cuyo nombre original fue La Saguera o Solar del Río, fue establecido en 1907 como el primer vivero forestal de México. Su fase inicial consistió en la producción de árboles de ciertas especies para la plantación de bosques.
Con el tiempo se convirtió en un centro importante de reforestación urbana y un lugar privilegiado para el esparcimiento y la recreación de cientos de personas. Actualmente forma parte del Programa Nacional de Reforestación (Pronare), que se dedica a reforestar ciertas áreas rurales y a realizar programas de educación ambiental.
Árboles y flores. El vivero fue designado Parque Nacional en 1938 y es un espacio dedicado a la conservación de algunas especies vegetales y a la germinación de semillas de plantas y árboles con propósitos de reforestación.
En la actualidad la siembra de árboles es una de sus actividades primordiales. Se busca que desarrollen raíces más grandes que su follaje para que puedan resistir el cambio de lugar y el efecto de los vientos cuando se trasplantan.
También cumple funciones de cuidado del ambiente natural y de desarrollo de una cultura ecológica, por medio del fomento de la biodiversidad de la flora regional y silvestre de México y otras partes del mundo.
A diferencia de los ecosistemas que gozan de todas sus funciones y ciclos de autorregulación, el Vivero de Coyoacán está sujeto a un estricto control contra plagas y enfermedades de parte de biólogos y expertos en la materia. Su área arbolada, considerada una de las más importantes de la ciudad –y conformada por ahuehuetes, sauces, truenos, sauces llorones, álamos, fresnos, cipreses, cedros y casuarinas, entre otros árboles–, cumple una función vital para el mantenimiento de áreas verdes en la Ciudad de México.
Los árboles que se producen en el Vivero se destinan al área urbana y rural de la ciudad, y en ocasiones a entidades vecinas como el Estado de México, Puebla e Hidalgo. Al año se donan entre 500 mil y 700 mil árboles. Los solicitantes más comunes son escuelas, organizaciones de condóminos, grupos ecologistas y ciudadanos particulares.
Por otra parte, es un importante centro para la realización de investigaciones de diversas universidades e instituciones. Actualmente hay una planta piloto de tratamiento de aguas residuales perteneciente a la Facultad de Química de la UNAM.
En una de las entradas al Vivero se ha dispuesto un terreno con numerosos locales dedicados a la venta de diferentes especies de plantas. Año con año los visitantes adquieren hermosos ejemplares de cactus y plantas exóticas, como helechos, millonarias, aralias, cáscaras de nuez, palmas de Madagascar, primaveras, malvones, cascadas, nochebuenas, orejas de elefante, bugambilias, bromelias, siemprevivas, velos de novia, tulipanes, rocíos, circonias, palos de Brasil y arrayanes, entre otros.
Paseo cotidiano. Las 39 hectáreas del Vivero son también un área de recreación para los habitantes del sur de la ciudad. Se prohíbe la entrada de mascotas y bicicletas, debido a que el parque es hogar de numerosas familias de ardillas que han hecho su hábitat en el santuario. Hoy por hoy, al internarse en el parque se puede observar que es uno de los espacios más visitados por personas de todas las edades, dedicadas a diversas actividades.
De las dos mil 500 personas que acuden diariamente, algunas lo hacen sólo para dar una caminata y disfrutar de la tranquilidad que ofrece. Otras para practicar sus ejercicios de meditación y posturas marciales, o bien para acostarse sobre el paso con un libro en la mano.
También existen aquellos que encuentran allí el lugar idóneo para expresar en dibujos los senderos y las avenidas rectas del parque, bordeados por árboles de distintos tamaños. En sus prados se puede presenciar a cualquier hora del día juegos de sombras y tonalidades de colores creados por el viento al contacto con las frondas.
En todo momento el parque se presta para realizar actividades relacionadas con el ejercicio físico y el deporte profesional, incluyendo correr o trotar sobre la arcilla roja y el “tepetate” en la avenida principal, llamada Circunvalación.
Dentro de las instalaciones del Vivero se levanta un busto de Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta, llamado El Apóstol del Árbol por defender de la deforestación el ambiente y la naturaleza.
También se puede elegir rutas alternativas, cada una de las cuales ofrece un paisaje distinto de acuerdo con la especie que la puebla y le da nombres; entre ellas las Acacias, los Nogales, los Cedros, los Fresnos, el Liquidámbar, las Jacarandas, los Chopos, los Pinos y las Moras.
En el centro del Vivero se ubica la Rotonda Central, un área que se utiliza como auditorio al aire libre y para prácticas de tauromaquia. En los alrededores de su enorme y espaciosa área recreativa existen también instalaciones para los juegos de pelota.
El Vivero de Coayoacán es el gran semillero de árboles para la Ciudad de México y ofrece un delicioso paseo a quienes acuden a él a practicar actividades al aire libre o sencillamente a caminar entre los árboles y respirar el aire fresco de sus senderos.
(Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública).
* Tomado de la revista “Escala”,
de Aerovías de México, SA de CV.
Año XII, No. 145; Agosto de 2001.
Ventaneando, Reynosa, Lunes 6 de Febrero de 2023.