CUENTA la leyenda urbana que a principios del siglo XX en un puesto del mercado de La Merced –uno de los más importantes de la Ciudad de México–, vendían unos tés de naranja o de canela, con alcohol, por diez centavos.
Era tan popular la vendimia de ese puesto, que pronto La Merced se llenó de varios puestesitos ambulantes que daban el té, con las mismas características, a 9 centavos.
Al propietario del primer puesto no le quedó más remedio que bajar sus precios y para recuperar su clientela lo bajó hasta 8 centavos, por lo que muchos, para curarse “la cruda” –especie de resaca que da al día siguiente de cuando uno se emborracha–, empezaron a decir: “Vamos por el té por ocho…”
En la calle se empezó a señalar a los borrachitos, diciendo: “De seguro es cliente del té por ocho”; frase que con los años derivó en la palabra que los calificaba a todos de “Teporochos”.
Ventaneando, Viernes 13 de Julio de 2018.