La piel de México
LUPITA Zepeda es una distinguida dama originaria del Estado de Jalisco, quien enamorada de una de las prendas más distintivas de nuestra mexicanidad, se vio envuelta en una pasión que la llevó no sólo a investigar el origen del rebozo, sino también a difundir su historia, su influencia en el desarrollo cultural de los Estados del sur, la creatividad de sus hilados y los múltiples usos con que se puede lucir por la mujer.
La señora Zepeda ha realizado muchísimos viajes en México y el extranjero, invitada por empresas, instituciones culturales y embajadas para dictar conferencias que incluyen no sólo la amplia información que ella ha recabado al correr de los años, diapositivas, desfile de damas portando las diversas modalidades del uso del rebozo, sino además se acompaña de tejedoras de las prendas que muestran a los asistentes a estos eventos el proceso de hilado con el que se elabora cada rebozo.
Esta labor de difusión la realiza en forma voluntaria y sólo cuando se trata de acudir a lugares fuera de su ciudad de residencia o fuera del país, requiere (como es natural) que se le proporcionen viáticos a ella y las artesanas que la acompañan; lo importante para ella es compartir su devoción con los demás.
Nos platica Lupita Zepeda que su primer contacto con un rebozo se dio al nacer. Su papá le regaló a su mamá un rebozo de Santa María y ella lo utilizó para arropar a la recién nacida. Al ir creciendo nuestra entrevistada tomó clases de baile en diferentes técnicas y ya en la adolescencia se enamoró particularmente de la danza folklórica. Recuerda que la tarjeta de presentación de la directora del Real Ballet Charro, al que pertenecía, era el ‘Poema del Rebozo’, del maestro Francisco Elizalde; en tal poema el autor describe el rebozo de todas las épocas y regiones de México.
A través de sus viajes por toda la República Mexicana aprendió a conocer perfectamente los rebozos de cada región. Cada zona tiene diferentes materiales y diseños. Así se hizo de una colección especial y comenzó a utilizar personalmente esta prenda en forma regular. Solo luciendo un rebozo se sentía realmente bien arreglada de tal manera que la prenda acabó siendo su sello distintivo.
Nos dice la dama con un brillo especial en su mirada: “En muchas comunidades tuve la oportunidad de conocer artesanos y visitar talleres de rebocería donde tejían verdaderas obras de arte. Me enamoré cada vez más de la historia y el proceso de elaboración de esta prenda tradicional, que es más que una banda alargada con nudos en las puntas: es una sombra que refresca, es un abrigo que cobija, es una prenda que enlaza con amor a las familias, que proporciona calor, afecto y seguridad”.
De acuerdo a las investigaciones realizadas por la señora Zepeda, “el rebozo ha estado presente en la historia de México desde antes de la llegada de los españoles; ha servido de cuna, para cargar, alimentar y cobijar a los hijos, para aligerar el peso de la carga, para cubrirse del frío; pero sobre todo para engalanar la figura”.
Y aunque muchos escritos señalan el origen del rebozo como resultado del mestizaje durante la conquista de la Gran Tenochtitlan, nos aclara la señora Zepeda, hay razones para que sea así; pero antes de la conquista los indígenas utilizaban una prenda similar que en su manera de pensar es el antecedente del rebozo como lo conocemos. Se utilizaban unos lienzos rectangulares que cubrían pecho y espalda, que eran elaborados con hilos de las hojas del maguey y considera nuestra entrevistada que a raíz de la colonización las mujeres que llegaron del viejo continente portaban chalinas, mantillas y mantones elaborados con textiles hasta entonces desconocidos, como la seda y el algodón, que tenían remates de largos flecos de hilo, además de bordados delicados.
Debido a la evangelización los sacerdotes y frailes de ese entonces convencieron a las damas que accedieran que indígenas y mestizas pudieran portar una prenda similar a las suyas, que les permitirá cubrirse la cabeza y los hombros.
Es así como el rebozo se convierte en una prenda netamente femenina. Las damas castizas aceptan que se imiten de cierta forma sus chalinas y mantos con la condición de que las indígenas no hagan sus prendas en forma triangular ni elaboren bordados en ellas.
Nos comparte nuestra entrevistada que a partir del año 1562 es que la palabra rebozo llega a formar parte de la lengua española. Se ha convertido a través de los años en símbolo de identidad nacional, especialmente cuando se despojó la imagen de la utilización del mismo como símbolo de respeto a las iglesias y templos, o con el uso común de cargar niños o llevar cargas de alimentos pesadas. Cuando las aguerridas mujeres de nuestro pueblo dejaron de cubrir su timidez con la prenda y la cruzaron en su pecho para cubrir las cananas y se unieron a la causa revolucionaria.
De pronto cambia la imagen del rebozo, vemos en fotografías de la época a soldaderas y adelitas portando la prenda con orgullo y se le identifica claramente como prenda netamente mexicana; su herencia castiza se diluye con el paso de la historia.
Nos dice Lupita Zepeda: “Ha inspirado tantas expresiones artísticas y románticas a pintores, escultores, poetas y músicos que siempre nos podemos deleitar y remontar con ellas a un recuerdo hermoso”.
En cuanto a la elaboración de la prenda, nos platica la señora Zepeda que depende de muchos factores y que conlleva 19 procesos desde la formación de la madeja hasta la elaboración de los nudos que estrictamente se realizan a mano, contando los hilos hasta dar por terminadas las puntas del rebozo que son “verdaderos encajes catalogados y reconocidos entre los mejores del mundo”.
Nos despedimos de tan gentil dama escuchándola decir con sincera emoción: “Soy una mujer orgullosa del país en que me tocó nacer y hasta el último suspiro viviré agradecida con mi México, por todo lo que ha tenido que sufrir a lo largo de su historia y que aún sigue en pie, como una nación con un gran corazón, llena de riquezas naturales, gente con gran talento y artesanos con manos maravillosas que tienen el don de transformar los metales, maderas y miles de productos en verdaderas obras de arte.
“Es por todo esto que siempre digo: ¡El rebozo está de moda, úsalo! Y recuerda que el rebozo es… la piel de México”.
* Tomado de “Domingo”,
Suplemento de “El Mañana”.
Reynosa, 14 Noviembre 2021.
Ventaneando, Lunes 22 de Noviembre de 2021.