EL 25 de diciembre próximo cumplirá 25 años de muerto Charles Chaplin, el genio del cine que gracias a su talento y creatividad transformó una curiosidad de feria en todo un espectáculo poético.
Charles Spencer Chaplin nació el 16 de abril de 1889 en el paupérrimo barrio londinense de Kennington. Hijo de un matrimonio dedicado a la farándula y el music-hall, se inició en el mundo del teatro de variedades a los cinco años, cantando Jack Jones al lado de su padre, quien moriría tres meses después a causa de su alcoholismo crónico.
Con motivo de este trágico acontecimiento su madre Hanna Hill, comediante y costurera, conocida artísticamente como Lily Harley, pierde la razón pues al morir el padre ellos quedaron en la más apabullante miseria. Hanna tiene que ser hospitalizada y Charles junto con su hermanastro Sidney (dos años más grande que él), ingresan al asilo de Hanwell. Al salir de dicha institución, siendo apenas adolescentes se dedican a la tradición familiar, el teatro cómico; la triquiñuela del baño de talco al sonar una corneta, gracejada que encanta al público.
Se han contratado con la compañía itinerante de Fred Karno y van de pueblo en pueblo encandilando al público. Recorren Europa; esta trouppé será realmente la escuela tanto de Charles como de su hermano Sidney; aprenden nuevas rutinas, practican las que ya saben e inventan otras aún más creativas.
Conquistando Estados Unidos
Cuentan que llegó a Estados Unidos en un barco de carga y que desde el momento en que avizoró la costa aseguró a los desarraigados cómicos que lo acompañaban, que en esas tierras haría fortuna; se rieron en su cara de tal profecía.
La verdad es que realizó varios viajes hasta que Mack Sennet lo descubre en un teatro de Los Ángeles y tiempo después, sospechándole cualidades para el cine, trata de contratarlo recordando que se llamaba entre Chapman o Chamberlain; luego de una larga búsqueda por teatros de segunda lo localizan y contratan; casi se va de espaldas cuando le ofrecen 125 dólares a la semana. ¡Ganaba recorriendo el país con vodevil de mala muerte y con rutinas agotadoras, miserables 50 dólares a la semana!
Modestos principios en Hollywood
Se inicia en Hollywood en 1913. Tiene apenas 24 años, pero toda su inteligencia y talento están aguzados por el hambre y el deseo de triunfo. Sus primeras participaciones son cortos de Carrera y Pastelazo. En sus tiempos libres se ocupa de ver los cortos de los otros cómicos. Se pasa horas enteras observando las rutinas y coreografías cómicas de todos; poco a poco va creando una figura que tiene una deslumbrante evolución en el naciente cinematógrafo, pues del cómico turulato, tímido y poco hábil de los primeros cortos, va creando todo un personaje al que hace llamar Charlot, el cual se da a conocer por primera vez en su filme Charlot periodista (1914).
El siguiente paso viene a ser Aventuras Extraordinarias de Mabel; en esa etapa inicial todo es bufo, disparatado. Se trata de conseguir las carcajadas del espectador a cualquier precio, ya sea con una aparatosa caída, una torta de crema en plena cara o una buena carrera para eludir a los policías; aunque se nota ya en el trabajo del mimo la preocupación por incluir algo de sentimiento, conseguir que piense, que medite un poco sobre lo que ve en pantalla.
Un giro total al cine de su tiempo
Realizó a lo largo de su dilatada vida profesional 70 películas, encargándose de escribir el guión, actuarlo, dirigirlo, editarlo e incluso producir la música para los mismos. No era un teórico como Eisenstein, ni tenía los estudios y la cultura de Griffith, pero revolucionó el circo de su época con sus aportes: su capacidad creadora, su instinto para lo cómico y su sagacidad narrativa.
A principios de 1920, abandona los cortos deshilvanados y crea el melodrama; pequeñas historias en las cuales se apoya con habilidad en la ternura y el humor de un personaje. Ha dado todo un giro. Llevó la comedia al drama y al drama opone la carcajada conciliadora.
Fundador de United Artists
En 1922 a sus 33 años, seguro de sí, funda en compañía de Mary Pickford, Douglas Fairbanks y D.W. Griffith, su propia compañía fílmica: United Artists. Contrariamente a lo que hicieron algunos de sus colegas que murieron en la miseria después de haber ganado miles de dólares, él nunca perdió el control de sus películas. Incluso aquellas de producción ajena, cuando ya tuvo dinero las adquirió y así tuvo el control total de todos sus materiales. En sus días de gloria se hizo casi legendaria su sabiduría para incrementar su fortuna. Esta habilidad empresarial le permitió una libertad de acción que acrecentó sus posibilidades creativas, pues indudablemente sabía usar el dinero para mejorar su trabajo.
Se cuenta que era capaz de pasarse días enteros durante la filmación de una cinta repitiendo una escena una y otra vez hasta que ésta quedaba a su gusto. Y en todos los renglones de la producción era igual su celo. Él mismo editaba y también se afanaba con la misma intensidad para musicalizarlas. Se cuenta que para la selección de ese niño encantador que aparece en El Chico, pasó semanas enteras al frente del equipo de selección, hasta que localizaron al niño idóneo para la realización de la cinta.
Años de gloria en United Artists
Empieza a laborar para su propia compañía United Artists en 1923, con un drama en el cual no aparece Charlot. El fime se titula Una mujer de París. Gracias a la aceptación del público por esta película, tiempo después con los medios necesarios, la comprensión de sus colaboradores y demás facilidades, realiza su gran trilogía cómica: La quimera de oro (1925), El circo (1928) y Luces de la ciudad (1931); este último viene a ser su primer filme sonorizado (no cree en los diálogos, detesta que sus personajes hablen, piensa que las voces abaratan sus historias; así para esta última cinta únicamente el aplicó sonido ambiental y otros trucos sonoros).
Acababa de cumplir 26 años y ya era millonario. Para 1931, a sus 42 años, lleva dos matrimonios al hilo y su vida es un continuo aparecer en los periódicos, pero no como cineasta creador, sino en la sección de chismes y comentarios picantes, ya que le fascinan las jovencitas y entre más jóvenes mejor. La pudibunda e hipócrita sociedad estadounidense de su tiempo no le perdona estos devaneos. Los periodistas de espectáculos lo atosigan con sus cámaras. Su vida privada es escudriñada morbosamente. Él, irritado y harto de todo esto, lo único que consigue es que la hostilidad de los periodistas aumente.
Y sus penas no se acaban, incluso tiene que enfrentar un juicio por la paternidad de un hijo que le achacan. El tiempo informará que ese juicio estuvo amañado y durante años tuvo que pagar una pensión que no debía.
Se toma unas ganadas vacaciones
La década de los treinta lo sorprende con su divorcio de Lita Grey. Para evadir tantas contingencias organiza un viaje por el mundo, que lo pone en contacto con la realidad de la industrialización y los problemas de la clase trabajadora; las experiencias de este viaje generan: Tiempos modernos (1936), cáustico yo acuso a la industrialización y robotización de los trabajadores; El gran dictador (1940), violenta diatriba en contra de Hitler y sus aliados y Monsieur Verdoux (1947), filme con el cual arremete contra la feroz comercialización en EU.
Después de un nuevo descalabro matrimonial (su casamiento con Paulette Goddard no fue lo afortunado que hubiera querido), conoce a Oona O’Neill, jovencita de 16 años hija del famoso dramaturgo Eugene Oneill. Chaplin está a punto de cumplir 54 años y el padre de ella se niega a este romance conociendo la fama de Chaplin de “perseguidor de niñas”. Sin embargo, Oona, en contra de la opinión paterna se casa con él llegando a procrear ocho hijos.
Enemistad con Hoover y “sospechas” de que es comunista
Sin querer ha cometido un error estratégico que le ha generado muchos de los problemas que enfrenta con la prensa. Durante una cena de gala ofende, ¿sin darse cuenta?, al quisquilloso Edgar Hoover, prominente político estadounidense (director del FBI). Entendiblemente el poder de Hoover es muy grande y hará todo lo posible para fastidiarlo, llegando a tener del mimo un grueso legado de todas sus actividades. Todo lo que Chaplin hacía lo escudriñaban los agentes de Hoover.
Curiosamente el gran cineasta que se ha hecho en Hollywood, que consiguió en EU una fama envidiable a nivel mundial, tiene en el propio EU terribles enemigos. Durante la Segunda Guerra Mundial lo acusaron de mil y una cosas; a los envidiosos les golpea su éxito. Le reprochan incluso que no se hubiese nacionalizado estadounidense.
Durante la tristemente célebre “quema de brujas” de la Comisión Contra Actividades Antinorteamericanas, presidida por Parnell Thomas y el senador Joseph McCarthy, se le acusó de comunista. Sospechaban de filmes como Monsieur Verdoux y Tiempos modernos.
Es indudable que en EU sus películas no fueron entendidas y ya para 1952, sufriendo la hostilidad de Hoover, abandona el país en compañía de su familia. Chaplin pretende sean unas vacaciones, intenta llegar a Londres; apenas el barco en que viajan ha abandonado la bahía de Nueva York, cuando los periódicos y la radio informan que el gobierno de EU no le permite regresar.
Es recibido en Londres en triunfo. Hacía poco había terminado su película Candilejas, la cual estrena en esta ciudad.
Poco después del estreno de Candilejas en Londres se traslada a París, donde le confieren la Legión de Honor al estreno de la película. Ahí confesó que nunca volvería a vestir el traje del hombrecillo del hongo y el junquillo, y cumplió su promesa. Consideraba que la actuación de Calvero (protagonista de Candilejas), venía a ser el testamento y retiro de Charlot, que ya no tenía edad para interpretarlo en pantalla. Se entiende sin que él lo diga que la canción tema de esta película se la compuso a Oona O’Neill.
Refugio en Vevey, Suiza
Al término de su gira por Europa se refugia en Vevey, Suiza, donde se dedica a criar a sus hijos y a escribir sus memorias. Desde el ángulo de su actividad fílmica, musicaliza algunas de sus películas mudas. Pasaron muchos años hasta que en 1972 abandona su refugio en Suiza y regresa a un Hollywood que le pide perdón otorgándole un “Oscar” por la totalidad de su obra y sus aportes al cine. Él, magnánimo y gustoso, aceptó ese premio. Había cumplido 83 años y tenía que ser llevado en una silla de ruedas a recoger su presea. No podía hablar de la emoción, las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Antes de entregarle el premio pasaron fragmentos de sus películas más famosas pero los premios no menguaron. Así en 1975 la reina Isabel II, vestida de azul turquesa y un collar de perlas de tres hilos lo arma caballero del Reino Unido, a pocos kilómetros del barrio paupérrimo donde había nacido. Ceremonia a la que asistió otra vez en silla de ruedas, que su fiel Oona empujaba mientras rogaba a los periodistas: “no tomar fotos”.
Al salir del Palacio de Buckingham, aseguró a “los chicos de la prensa” que trabajaba en una cinta: The Freak (La Humorada), filme que escribía especialmente para sus hijas Josephine de 24 y Victoria de 21. Finalizó diciendo: “creo que me voy a emborrachar”.
Murió como ya explicamos al principio de esta nota, el 25 de diciembre de 1977 rodeado de su familia; un día antes había planeado un viaje de vacaciones. Desafortunadamente no pudo descansar en paz en el pequeño cementerio de Vevey, pues el dos de marzo de 1978 se descubrió que el féretro con su cadáver había sido robado. Sería hasta diciembre de 1978 que dicho féretro fue localizado en un maizal cercano. Los ladrones, un búlgaro y un polaco que habían robado el cadáver esperando conseguir un jugoso rescate, fueron procesados.
Como ya explicamos, los aportes de Chaplin al cine son incontables. Cuando él llega a los estudios se fabrican cortitos de diez y 15 minutos para hacer reir a un público amorfo y poco exigente. A poco de su llegada a esos estudios está realizando ya joyas de la cinematografía que aún hoy en día continúan vigentes, haciendo reir a su público y asombrando a sus espectadores con su frescura.
*Tomado de la revista “Ahí”.
Año IV, No. 32; Aguascalientes, Ags.
Febrero de 1997.
Ventaneando, Lunes 8 de Noviembre de 2021