Periodista.
El más universal de los géneros musicales
EN los albores del siglo XX llegaron a México, vía Yucatán, varias compañías de teatro vernáculo-cubanas y con ellas los géneros musicales que en ese entonces se difundían en la isla: guarachas, claves y boleros.
El bolero tenía ya varios años atrás de haberse gestado en aquel país del Caribe, cuando la guitarra trovadora, amulatada y criolla rompió con las influencias europeas: Los viejos artificios del aria operística italiana, la línea romántica de la romanza francesa y la canción napolitana.
En su edición No. 7, la revista española “Excelencias Turísticas del Caribe” expone que a finales del siglo XIX nacía en Cuba uno de los movimientos más significativos de la música popular del continente: La vieja trova cubana, grupo encabezado por José Pepe Sánchez y que encontró en Sindo Garay, Manuel Corona, Alberto Villalón y Rosendo Ruiz, entre otros, a los creadores de una riqueza cultural que, en algunos casos, aún está por descubrirse.
En su artículo “El Bolero. Tres tiempos para un bolero”, la periodista Ania Martí destaca que, tomado su nombre de una danza española muy de moda en los salones de la época, en Cuba el bolero tuvo en ese movimiento sus raíces y como padre a Pepe Sánchez, autor de “Tristezas”, pieza que marcó el surgimiento de una forma de decir, que traspasó las fronteras latinoamericanas para convertirse en el más universal de los géneros.
Y agrega que cantable y bailable –hechos que lo diferencian de su homólogo español–, el bolero fusionó lo hispano y africano, y encontró en el habla popular una poesía de mayor difusión. Su basamento: El amor frustrado, el odio, rupturas por engaños y también los romances felices, fueron y son hasta la fecha su materia prima única y exclusiva.
Por otra parte, en la publicación se resalta que los años 40 resultaron renovadores para el bolero cubano. Se adoptó una concepción rítmica y melódica regular y constante, fenómeno que facilitó una expresión más lírica. Surgía así el ‘feeling’, movimiento que irrumpió cuando la canción se encontraba en una especie de nebulosa, sin formas definitivas.
A César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez, máximos exponentes del ‘feeling’ y autores de “Delirio”, “Contigo a la distancia”, “Novía mía” y “La gloria eres tú”, respectivamente, se unen Luis Marquetti (“Plazos traicioneros”, “Allí donde tú sabes”), Isolina Carrillo (“Dos gardenias”, “Viviré para amarte”) e intérpretes de la talla de ‘Bola de Nieve’, Rita Montaner y ‘El Bárbaro del Ritmo’, Benny Moré, tan sonero como bolerista.
A su llegada a México, refiere Ania Martí, el bolero cobra fuerza y encuentra sus seguidores. Guty Cárdenas populariza ya en la década del 20 “Presentimiento”, con el cual el bolero comienza su ascenso en nuestro país.
Pero es sin duda Agustín Lara, con “Mujer” –afirma la periodista–, quien definió los perfiles de un estilo que asombró y revolucionó el gusto popular mexicano y posteriormente traspasó las fronteras. Sus letras rompieron con los clásicos temas de la traición y el engaño, y su sensibilidad en la interpretación lo colocaron rápidamente en la cumbre.
Críticos y conocedores de la obra del destacado compositor coinciden en señalar que con Lara el bolero llega a su edad de oro, pues aducen que comenzó a crear de forma tan personal y original que no sólo triunfó a nivel mundial, sino que también influyó con su corte melódico y estilo en algunos de los creadores cubanos.
Acusado de ‘cursi’ por no pocos detractores, el artista respondió en cierta oportunidad: “Soy ridículamente ‘cursi’ y me encanta serlo, porque la mía es una sinceridad que otros rehuyen… ridículamente. Vibro con lo que es tenso y si mi emoción no la puedo traducir más que en el barroco lenguaje de lo ‘cursi’, de ello no me avergüenzo…”.
Los tríos, asimismo, como “Los Panchos”, ayudaron a la difusión del bolero.
Para la reportera de “Excelencias Turísticas del Caribe” el mexicano Armando Manzanero y el cubano Pablo Milanés, por sólo citar dos ejemplos, demuestran con sus letras que la esencia melódica del bolero sigue resistiendo el paso de los años. Su sentido melodramático es típico de un modo de entender la vida y de vivirla básicamente latinoamericana.
Escritores de una visión de universalidad, como el colombiano Gabriel García Márquez, se declaran reiteradamente amantes del género y no niegan su influjo. Se han publicado libros bajo el título de “Bolero”. También muchos compositores actualmente de moda dan a la melodía creada por Pepe Sánchez especial importancia al destacar, en algunos casos, la influencia de ella en sus creaciones.
El cine, por su parte, se hace eco no sólo del lado caribeño del planeta. En España, Almodóvar escogió el centenario género para la banda sonora de muchos de sus filmes.
Y el artículo de Ania Martí fanaliza destacando que quizá el fenómeno más reciente sea el cantante mexicano Luis Miguel, quien con la grabación de sus “Romances” desempolvó canciones que dominaron el corazón de sus antepasados en las décadas de los 40 y 50.
* Tomado de ‘Revista de Revistas’,
publicación del diario “Excélsior”,
No. 4474; Marzo de 1999.