Un grito social que retumba, de una sociedad que agotó los límites de la tolerancia; el modelo de hacer política se ha agotado y las masas ciudadanas se vuelcan a reclamar…
COMIENZA un largo y doloroso camino para Estados Unidos.
La interminable lista de abusos de autoridad, arbitrariedades, agresiones racistas, discursos de odio, demostraciones de arrogancia política, soberbia desmedida y rudeza innecesaria, ahora son un peligroso caldo de cultivo que espera terminar de ser condimentado.
Como último ingrediente solo faltaba la desafortunada actitud criminal de un policía que puso por encima de su deber, el instinto de la bestia que lleva adentro y sin piedad alguna aniquiló a su presa.
Un policía que seguramente tenía sobradas razones para arrestar a George Floyd, pero ninguna para asesinarlo.
“¡Déjame respirar!”, es ahora el grito de lucha de una sociedad que agotó los límites de la tolerancia y se ha lanzado a las calles a reclamar el respeto a su espacio y dignidad.
Qué lejos está cualquier nación –por poderosa que sea–, de entender que el más inocente error puede echar abajo todo un andamiaje de poder y control político.
Los errores acumulados van llenando el espacio de lo prudente y llega el momento en que ahí ya no cabe más, por lo que es imperioso hacer cambios en el rumbo y las formas de gobernar.
Es indispensable sacudir el bagaje de estilos de hacer política, porque el modelo se ha agotado a tal grado que con sus omisiones han provocado que las masas ciudadanas se vuelquen a reclamar.
¿Cuántos gobernantes engreídos tienen las naciones del mundo?
¿Cuántas mentes desajustadas se montan en el poder y consideran que son invulnerables?
No cabe duda que el poder enferma y enajena, que nubla la mente y la razón del personaje en turno y lo hace sentirse un semi dios “que hasta para respirar le exige al aire que le pida permiso para entrar y salir”.
Las atrocidades tienen un límite y no importa de qué peso sea el dominio sobre los demás, siempre llega el momento de exasperar los ánimos y de alentar a los corazones oprimidos a latir de manera diferente.
¡Vean y escuchen todas aquellas dictaduras modernas, donde no está lejano el día del reclamo!
Que los derechos del ser humano están por encima de cualquier perversidad tirana.
Llegará el momento que las fuerzas a su alcance no les den para contener la rabia en erupción de un pueblo cansado de agravios, abusos y mentiras.
Ahí está ahora la “autoridad aturdida” ante una turba que no tuvo la culpa de mostrar sus dientes, que dolida y agraviada le ha caído encima a la razón de que el poder le pertenece y que solo faltaba un error adicional para cargar la adrenalina del reclamo y decirle a la autoridad en turno que la posición es prestada y solo se valida si se atiende con decoro y respeto a la ley.
En el mundo “hay barbas qué remojar” y más vale que arrimen el agua porque el jabón ya lo tienen.
Hay un grito social que retumba: ¡Déjame respirar!
¡Hasta pronto!
* Empresario farmacéutico y
Jefe de la Oficina Fiscal del Estado.
Tomado del magazine “Top” No. 337.
Reynosa, 16 de Junio de 2020.
Reynosa, Lunes 13 de Julio de 2020.