HISTORIA y leyenda se dan la mano con los espectaculares paisajes y las deliciosas playas de Baja California Sur. Comenzamos con el redescubrimiento de la capital costera, la capital de las perlas: La Paz. Después tomamos camino con rumbo a un pueblo encantador, Todos Santos, que de todos los poblados peninsulares sobre la costa del Pacífico es el de mayor prestigio, tanto por su atmósfera antigua y reposada como por sus espléndidas playas arenosas bañadas de sol y aventura.
Termina este recorrido ahí donde, dicen, se unen las aguas del océano Pacífico y el Mar de Cortés: el espectacular Cabo San Lucas.
Esta ruta tiene poco más de 150 kilómetros y sigue una clara dirección norte-sur. El primer tramo corresponde a la carretera Transpeninsular (Federal número 1). A 28 kilómetros de La Paz se encuentra una Y griega, donde hay que tomar el brazo derecho. Desde ahí son otros 52 kilómetros hasta Todos Santos y luego 74 kilómetros más hasta Cabo San Lucas. Toda la ruta está pavimentada y excelentes vistas panorámicas lo acompañarán todo el recorrido.
Moverse en La Paz y sus alrededores es sencillo. Dentro de la ciudad, la avenida costera es un eje práctico, además muy agradable. En la parte central de la ciudad recibe el nombre de Paseo Álvaro Obregón. Hacia el norte se convierte en la carretera de 17 kilómetros que va hasta Pichilingue, puerto al que llegan los transbordadores que vienen de Sinaloa.
LA PAZ
Para el viajero, La Paz no es sólo la capital sudcaliforniana, sino también un cúmulo de bellos alrededores. Ya casi ha pasado medio milenio desde que Hernán Cortés fundó el primer poblado, de nombre Santa Cruz, en este lugar. Sin embargo, La Paz más bien nació y se desarrolló en los siglos XVIII y XIX. En 1830, un año después de que Loreto fuera arrasado por un huracán, fue designada capital de las California.
A finales del siglo XIX La Paz se convirtió en el centro de la producción mundial de perlas. La extracción perlífera, no obstante, se terminó en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando una enfermedad desconocida acabó con las madreperlas de la zona.
Posteriormente, la ciudad fue declarada “zona libre” de impuestos a las importaciones, lo cual comenzó a atraer numerosos turistas mexicanos del otro lado del Mar de Cortés. También fue a mediados del siglo XX cuando creció su prestigio como destino turístico por su excelente pesca deportiva, sus playas, su plácida atmósfera y su agradable clima. Y hasta el día de hoy conserva tales características.
La Paz es una ciudad bastante pequeña en comparación con otras capitales estatales de México. En su zona central, que abarca unas ocho cuadras por detrás del malecón (Paseo Álvaro Obregón), el viajero hallará varios puntos de interés, además de múltiples servicios (bancos, mercados y supermercados, tiendas de diversas mercancías, hoteles y restaurantes).
La Paz fue fundada varias veces. El pueblo de Santa Cruz, establecido por Hernán Cortés en 1535, fue abandonado a los pocos años. En 1596 llegó aquí el navegante Sebastián Vizcaíno, quien fue recibido de tan buen modo por los pericúes, que decidió llamar a este lugar Bahía de La Paz. En 1720 los jesuitas Juan de Ugarte y Jaime Bravo fundaron aquí la misión de Nuestra Señora del Pilar de la Paz, que sucumbió 30 años después por una rebelión indígena. Por último, José Espinosa, al frente de los pescadores y rancheros locales hizo la última y definitiva fundación de la ciudad en 1811.
EL MALECÓN
El largo malecón de La Paz se extiende cinco kilómetros a un costado de la bahía de La Paz y es uno de los puntos más agradables y bellos de la ciudad. Cuenta con cómodas bancas a la sombra de altas palmeras, desde donde se tiene una buena vista de los botes que pasan por la bahía y de los que entran en la pequeña ensenada al poniente de la ciudad.
La avenida del malecón es el Paseo Álvaro Obregón, donde se concentran buen número de hoteles y restaurantes. Algunos de estos tienen terrazas desde las cuales se tiene una excelente vista de los habitantes de La Paz y turistas que pasean por ahí al atardecer. En el malecón están también las casas más viejas de la ciudad, algunas esculturas de bronce de manufactura reciente y, muy cerca de ahí, se encuentra una oficina de información turística, en las calles de Bravo y Rosales.
LA CATEDRAL
A tres cuadras del malecón por la avenida Independencia, en la esquina con Francisco I. Madero, se ubica la Plaza de Armas de la ciudad, cuyo nombre oficial es Jardín Velasco. En el lado suroeste de esta plaza está la Catedral de Nuestra Señora de la Paz, edificada en 1861 en sustitución de la antigua iglesia misional del siglo XVIII.
Se trata de una muy sobria construcción de cantera y piedra volcánica que ostenta dos gruesas torres. Conserva en su interior algunas obras artísticas del siglo XVIII, entre ellas una bonita talla de Nuestra Señora del Pilar, de tiempos de las misiones.
MUSEO REGIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
Desde la Plaza de Armas, cinco cuadras al sureste sobre 5 de Mayo, se llega a la esquina con Ignacio M. Altamirano, donde se encuentra este museo que se reconoce por su diseño. Es un edificio de 1981 que en sus cuatro salas exhibe 1 200 piezas –fósiles, minerales, utensilios indígenas, etcétera–, de la región sur del Estado. Cuenta también con un buen acervo fotográfico de las pinturas rupestres sudcalifornianas. Anexo a este edificio hay un interesante Jardín Etnobotánico. De lunes a sábado de 9:00 a 14:00. Tel. (612) 122 0162.
Un tip: En distintas partes de la ciudad encontrará puestos fijos, semifijos y ambulantes de tacos, como los hay en otras ciudades del país. Aquí, sin embargo, los más comunes son los de pescado y mariscos, que en muchos casos son manjares dignos de un emperador. Pruebe los tacos de marlín ahumado, machaca de mantarraya, langosta u ostión en chipotle.
A aquellos que gustan de las ciencias naturales les recomendamos visitar el Museo de Historia Natural, perteneciente a la Universidad Autónoma de Baja California Sur. Su temática gira en torno de la geología, la biología y la paleobiología. Cuenta con varias colecciones de ictiología (peces) y herpetología (reptiles), interesante muestrario que exhibe las especies en frascos de formol. Las visitas se realizan en grupos reducidos, y es indispensable hacer una reservación al teléfono (612) 123 8800, extensión 42 60, con el biólogo Luis Herrera. De lunes a viernes de 10:00 a 14:00; carretera Transpeninsular (Sur), kilómetro 5.5.
MARINAS Y PLAYAS DE LA PAZ
Desde siempre la península ha sido punto obligatorio para ser visitada por vía marítima; el puerto de La Paz por ejemplo, fue visitado por Hernán Cortés en 1535. Así, Marina de La Paz (ubicada en la calle de Topete 3040 y Legaspi. Tel. (612) 122 1646, www.marinadelapaz.com) es la primera marina en la península de Baja California y la segunda en todo México. En ella se puede realizar el mantenimiento del yate, las reparaciones de la vela y del aparejo –ajustes mecánicos, daños en la madera, en los sistemas de refrigeración, electrónicos, etc–. La marina cuenta con todos los servicios lo que convierte a esta estación en un punto esencial en la ruta que recorre el Mar de Cortés.
En La Paz se encuentran otras marinas no menos importantes, tales como Marina Costa Baja ubicada en el km. 7.5 de la carretera a Pichilingue (Tel. 01 (612) 121 6210 www.marinacostabaja.com) y Marina Pichilingue, que cuenta con todos los servicios y 250 espacios de atracamiento situada a 17 kilómetros de la capital, la cual cuenta con un muelle pesquero y uno comercial y tiene 10 metros de profundidad.
Al norte de La Paz la costa se extiende unos 25 kiómetros más, formando así el lado oriente de la Bahía de La Paz, es decir, el “gancho” de la parte sureste de la península. Sobre esta costa hay varias playas hermosas, buenas para pescar y todavía mejores para nadar, esnorquelear o bucear. Prácticamente son albercas naturales, porque su oleaje es tranquilísimo y suelen estar recubiertas de suave arena. Con frecuencia tienen también palapas, restaurantes y baños.
Una carretera pavimentada que corre paralela a esta costa conduce a múltiples espacios de playa, al tiempo que permite admirar los innumerables paisajes que ofrece el Mar de Cortés. En el kilómetro 14 está la Playa del Tesoro, que tiene ese nombre, dicen, porque al construir esta carretera hallaron un entierro de monedas de plata. Tres kilómetros después se sitúa el Puerto de Pichilingue, donde están los muelles de la ciudad para los barcos de gran calado, entre ellos los cruceros, transbordadores turísticos y navíos de carga que vienen de Sinaloa (los muelles de La Paz sólo reciben yates y pequeñas embarcaciones) (…)
ISLA ESPÍRITU SANTO
Con tiempo, los medios y sed de aventura le recomendamos una travesía por dos de la islas más grandes del Mar de Cortés. Unos 25 kilómetros al norte de La Paz y justo frente a la Playa El Tecolote, se ubica esta isla de 102 km2. Cortés la llamo “la isla de las perlas”. Los amantes del buceo hallarán aquí paisajes submarinos sin igual, con bancos de coral y tiburones martillo. En su parte norte se encuentra la Isla Partida, sorprendente extensión de la anterior, donde habita una enorme colonia de lobos marinos. Verlos por miles en su hábitat natural es una experiencia única.
Unos 40 kilómetros al sureste de Espíritu Santo está la Isla Cerralvo, descubierta en 1533 por Fortún Jiménez. Tiene en promedio 30 kilómetros de largo y unos siete de ancho, y es el hogar de infinidad de aves marinas como pelícanos, gaviotas, fragatas, bobos de patas azules y cormoranes. (…)
TODOS SANTOS
Después de La Paz la ruta continúa por la carretera número uno, que luego de 80 kilómetros en tal dirección, justo al atravesar el Trópico de Cáncer, llega a este famoso pueblo. Todo Santos nació como una visita misional, subsidiaria de La Paz, en 1724; en pocos años se volvió un emporio agrícola gracias a los arroyos y veneros que se alimentan de las corrientes de la Sierra de la Laguna, al oriente. Durante el siglo XIX prosperó aún más debido al auge de la caña de azúcar, y hacia 1850 la ciudad ya contaba con ocho grandes trapiches. Las ruinas de algunos de ellos son aún visibles en nuestros días.
Ya en el siglo XX, Todo Santos resintió la caída de los precios del azúcar después de la Segunda Guerra Mundial y, para colmo de males, uno de los manantiales que servía para irrigar los campos de caña se secó en 1950. Fue entonces cuando Todos Santos se convirtió prácticamente en un pueblo fantasma. En los años ochenta el manantial se recuperó y los cultivos regresaron. El viajero puede observar ahora que el poblado está rodeado de cocoteros y huertas de mango, aguacates, guayabas, cítricos y hasta papayas, mismos que en la actualidad son fuente de materia prima para su exquisita cocina.
A lo largo del siglo XX, Todos Santos fue uno de los pueblos más admirados y queridos por los turistas estadounidenses, debido a su atmósfera pacífica, su clima relativamente templado (el mejor de la península, según muchos), su apreciable arquitectura decimonónica y la exuberante vegetación que lo envuelve. Además, en las últimas décadas muchos estadounidenses, en especial artistas, miembros de grupos New Age e incluso actores y productores de Hollywood, han comprado casas o han mandado construirlas en este poblado, y todo esto ha ido acompañado del surgimiento de hoteles sofisticados, librerías, galerías de pintura y escultura, cafés, etcétera. (…)
CABO SAN LUCAS
Nuestra ruta concluye 74 kilómetros al sur de Todos Santos donde, dicen, termina la península de Baja California y se juntan las aguas del Mar de Cortés y las del océano Pacífico.
Ubicado en el extremo occidental de la zona de Los Cabos, Cabo San Lucas es un poblado que nació, se desarrolló y vive enteramente gracias al turismo. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en Estados Unidos se corrió la voz de que estos rumbos eran un hervidero de marlines, Cabo San Lucas comenzó a recibir a los viajeros que venían en yate, velero o avioneta. A partir de la inauguración de la carretera Transpeninsular, en los años setenta, creció aún más pues los turistas comenzaron a llegar también en automóvil.
Hoy ya es una ciudad de decenas de miles de habitantes, la mayoría de los cuales trabajan en los múltiples resorts de la zona, los centros de entretenimiento, marinas, campos de golf, centros de buceo y demás empresas y servicios turísticos de primera calidad con que cuenta.
Como en otros centros turísticos del país, el poblado está tierra adentro. Después viene la zona costera, medio cerrada por una península que se interna en el mar hacia el sureste y termina en una serie de hermosísimos farallones de granito de varias decenas de metros de altura. Esta península lleva el nombre de Finisterra y tiene en su extremo la famosa formación pétrea que se ha convertido en símbolo de Cabo San Lucas: El Arco. Ir a Cabo San Lucas y no dar un paseo en lancha para verlo, es como ir a la Ciudad de México y no conocer el Ángel de la Independencia.
La playa principal de Cabo San Lucas es la Playa El Médano, ideal par nadar y tomar el sol. Al poniente de ella está el fondo de la Bahía San Lucas y ahí se abre la Marina, un excelente resguardo para diversos tipos de embarcaciones recreativas. En la boca de la Marina, pero en el lado sur, está Playa Escondida, y un poco más allá Plata Balconcito. Ambas son bonitas y poco frecuentadas por los turistas aunque, como todas las de la zona, son muy recomendables.
Muy cerca del Arco está la preciosa Playa del Amor, que en realidad es un corredor arenoso enmarcado por los farallones que va de la Bahía San Lucas al mar abierto. A ella se llega en lancha. Por el lado del océano Pacífico sigue hacia el poniente la bella y no muy concurrida Playa Solmar, que es de acceso un tanto difícil. Su fuerte oleaje la hace poco recomendable para nadar.
La mayoría de los visitantes que van a Cabo San Lucas suelen limitarse a gozar de las grandiosas playas y los centros nocturnos. Sin embargo, recuerde que las opciones de entretenimiento aquí son mucho más amplias y que la oferta de actividades acuáticas como esnorqueleo, buceo, pesca y canotaje es de primer nivel; además Los Cabos es la sede de múltiples torneos de pesca y uno de los puntos que tocan los rallies que se organizan a lo largo de la península.
Cabo San Lucas tiene el sobrenombre de “capital mundial del marlin”, y con toda justicia. Esta especie no sólo es abundante, sino que los ejemplares que aquí se capturan son gigantescos, lo mismo de marlin negro que de marlin rayado y marlin azul. Hay trofeos de esta última variedad que llegan a alcanzar cinco metros de longitud y un peso cercano a la tonelada.
La mejor temporada para este tipo de pesca es de mayo a octubre. La novedad en esta disciplina es la pesca en kayac.
* Tomado de la revista “Rutas Turísticas”
Edición 120, Enero de 2006.
Ventaneando, Martes 10 de Octubre de 2023.