Periodista.
En Junio Cumplirá 56 años la Gran Obra
AQUEL 17 de marzo de 1960 fue doblemente histórico para Reynosa. Visitaba esta ciudad fronteriza el presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, a fin de conmemorar aquí el día 18 el XXII Aniversario
de la Expropiación Petrolera. Mas llegó en la víspera del gran suceso para inaugurar obras urbanas construidas por la Junta Federal de Mejoras Materiales, al igual que por el Republicano Ayuntamiento citadino que presidía José Cruz Contreras Gamboa.
En esas andaba el presidente don Adolfo, cuando al salir de un recinto lo interceptó a voz en cuello un ciudadano. Este le pidió hablar con él, porque tenía, le dijo, algo que deseaba hacerle saber.
Se trataba del radiotécnico Ignacio Magallón Valdivia, quien había facilitado “en préstamo” un equipo de sonido de su propiedad, los micrófonos y bocinas que se usarían en uno de los eventos programados. Los hizo instalar en el lugar indicado por el técnico de una radiodifusora, José Rodríguez, al que apodaban “Pepe Radios”.
En la mente de Nachito Magallón, como lo llamaban, bullía una gran inquietud. Por eso, poco antes de concluir el acto, pidió a los organizadores le permitieran al final dirigirse brevemente al presidente por el micrófono –por su micrófono–, pues tenía que decirle algo muy importante para la ciudad. No se tardaría ni cinco minutos, les aseguró.
Pero se lo negaron. Que el presidente traía muy cargada su agenda y que mejor lo dejara para otra ocasión.
López Mateos se levantó de su asiento y todos los funcionarios que le acompañaban comenzaron a salir. El presidente avanzaba en medio de la multitud, mientras “Pepe Radios” procedía, por su parte, a desconectar micrófonos, equipo y bocinas.
Fue entonces cuando Magallón se armó de valor y con toda la fuerza de su voz, al verlo aproximarse, le dijo al mandatario:
“Señor presidente: Se me niega el derecho de hablar con usted…?”.
“¿Usted quién es”, le preguntó don Adolfo ‘El Joven’ –así se le decía para diferenciarlo de su antecesor, Adolfo Ruiz Cortines, ‘El Viejo’–, sorprendido, pero con su siempre jovial sonrisa.
“Mi nombre no importa”, le respondió el hombre, “pero me llamo Ignacio Magallón Valdivia. Nada más quiero decirle a usted, señor presidente, que no es posible que en Reynosa no haya un lugar para practicar el deporte y muchos deportistas tengan la necesidad de cruzar el río, para practicarlo en el lado americano. Necesitamos que la juventud se aleje del vicio y tenga aquí las instalaciones que le permitan hacer deporte. Necesitamos un campo deportivo, señor…”
López Mateos lo escuchó con gran atención. Percibió la emoción que embargaba a Magallón al lanzar su petición. Vio en los rostros de los circunstantes la grata impresión causada por aquella bravía solicitud ciudadana, y sin preámbulos le contestó:
“Le prometo que en poco tiempo tendrá Reynosa un parque deportivo, mismo que yo inauguraré…”
Atronadores aplausos rubricaron la breve declaración presidencial, que significaba para la ciudad una promesa sin paralelo.
La colocación de la primera piedra tuvo lugar el 17 de agosto de ese mismo año, en un terreno que se permutó del fundo municipal por uno ejidal. La pusieron al alimón el gobernador Norberto Treviño Zapata y el alcalde Contreras Gamboa.
Y la promesa empeñada habría de cumplirse poco más de dos años después, al venir nuevamente a Reynosa el jefe del Poder Ejecutivo del sexenio 1958-1964, para poner en servicio el majestuoso parque.
Fue el 14 de junio de 1962 cuando el propio Adolfo López Mateos se reunió con los deportistas reynosenses, al entregarles el portentoso Parque Deportivo construido por su gobierno a un alto costo y con el mejor equipamiento de la época. La inauguración resultó muy emotiva y la ciudad agradecida impuso el nombre del inolvidable estadista a tan espléndida obra deportiva.
En esa misma fecha ALM entregó al municipio los pasos a desnivel No. 1 y No. 2 que hasta el día de hoy prestan un invaluable servicio a la comunidad, como libramientos de los cruces del ferrocarril.
*Datos tomados de la Conferencia “50
Aniversario del Estadio Adolfo López Mateos”,
dictada a la Sociedad de Historia de Reynosa, por
el Arq. Guillermo Benavides Siller; Junio 2012.