CON la aprobación de la denominada “Gran y hermosa Ley” de Donald Trump, Estados Unidos entra en un nuevo capítulo de su crisis democrática, uno que resulta tanto inevitable como revelador. El presidente Trump planeó su regreso durante cuatro años. Sus primeros seis meses de gestión agresiva, que culminaron en un paquete legislativo destinado a concentrar el poder y desmantelar la red de protección social en favor de recortes fiscales para los ricos, constituyen el resultado predecible de una larga preparación y del control absoluto de las instituciones del Estado.